Mineral de sangre, la maldición del Congo.

    ¿Podríamos decir que nuestras manos están manchadas de sangre por portar smartphones o ordenadores portátiles? ¿Hasta qué punto somos también parte del problema de la Guerra del Coltán? ¿Acaso miramos hacia otro lado mientras los niños y niñas son objetos de esclavitud en las minas del Congo? 

        Puede que nunca nos hayamos preguntado como funcionan todos los aparatos electrónicos que nos rodean, cuáles son sus componentes ni dónde se consiguen, pero es imposible pasar por alto las atrocidades que se consienten en el Congo que acaban con cualquier derecho humano que exista. Una maldición para sus habitantes y una bendición para los que se aprovechan de la riqueza minera del país que parece no tener fin. 

        La República Democrática del Congo es un país rico en recursos naturales, sobre todo en minerales, del cual se extrae cobalto, oro, diamantes, uranio y coltán. El coltán, este nuevo ``oro negro´´ que es producto de la unión de otros dos metales: Columbita y Tantalita,  es imprescindible para que toda la tecnología que usamos día a día funcione. El Congo posee el 80% de las reservas mundiales de coltán, que es extraído de minas donde se financia el auténtico terror. Ya en tiempos de Leopoldo II de Bélgica, el Congo, colonia belga durante 1885 hasta 1960, la esclavitud y la extracción de minerales eran la causa de existencia de aquellos habitantes que vivieron la brutalidad y la violencia inusitada  para el enriquecimiento de Bélgica. Hoy en día, tras la ``finalización´´ de la Segunda Guerra del Congo en 2003 que dejó 5 millones de muertos según el Comité Internacional del Rescate, el país está dividido por fuerzas armadas guerrilleras que se matan entre sí por el control de las minas de coltán y por razones puramente étnicas. Se estima que solo el 3% de las minas son legales y controladas por el gobierno congoleño, es decir 140 de las 5.000 que hay en todo el país, el resto son explotadas clandestinamente por los grupos armados utilizando la más pura esclavitud de los ciudadanos y niños bajo condiciones de extrema peligrosidad y de manera artesanal. Según Unicef, hay más de 40.000 niños trabajando forzosamente en las minas. Mientras miles de mujeres y niñas son explotadas sexualmente y prostituidas por estos salvajes según datos de Amnistía Internacional; y los niños son entrenados como soldados para convertirse en auténticas máquinas de matar. Se estima que un kilo de coltán equivale a la muerte de dos personas en el Congo.

        Otro de los factores de la Guerra del Coltán, es la influencia de Ruanda y los negocios que se tiene entre manos con los grupos armados congoleños. El coltán es enviado de contrabando a Ruanda, donde se exporta a las multinacionales de Europa, China y  Estados Unidos con la etiqueta ``Made in Rwanda´´, de este modo tanto el gobierno corrupto  ruandés y los grupos armados se benefician de las ventas millonarias del coltán. Aunque el gobierno Ruandés  niega que su coltán provenga del Congo, un informe confidencial de Naciones Unidas sobre el conflicto en el Congo apuntó una vez más a que Ruanda ha financiado y proporcionado hombres, entrenamiento y armas a varios de los más de 40 grupos armados activos en  Kivu Norte y Kivu Sur (regiones del Congo) , que  están acusados de crímenes de guerra y contra la humanidad.


    En consecuencia, en 2010, Estados Unidos,  intentó regular el mercado con la aprobación de la ley Dodd-Frank, que obligaba a las empresas norteamericanas a garantizar que las materias que usan para fabricar sus productos no proceden de zonas en conflicto y no sirven para financiar el  derramamiento de sangre. Según un informe de Amnistía Internacional que analizaba 100 de los informes presentados por 1.312 empresas norteamericanas como Apple, Boeing o Tiffany & Co, el 80% de las empresas desconocían la procedencia de los minerales que usaban. Es decir, no sabían si estaban utilizando minerales de sangre; mientras que el 4% confesó que procedían de la República Democrática del Congo.

        Desgraciadamente, no podemos encontrar una solución para este conflicto que no acabe en más guerras, pobreza, hambre y muerte. Y por último cabe preguntarse, si el móvil, tablet o ordenador que estáis mirando ahora mismo está fabricado a base de minerales de sangre.




    


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